Solo 50% de las 180 unidades de producción que funcionan en el Pequeño Miami reactivó sus labores, tras la flexibilización de la cuarentena social debido a la falta de transporte público. La clientela también ha disminuido.
Son negocios familiares expresó este viernes, Antonio Calabrese, directivo de la Asociación del Adjudicatarios del referido mercado municipal, ubicado en el centro de Barquisimeto.
Con relación al cumplimiento con las pautas de bioseguridad para evitar la propagación del covid-19, dijo que representa un alto costo adicional, pero la “situación económica nos obliga a hacer un esfuerzo”.
“No podemos dejar de producir, no podemos quedarnos sentados en casa sin genera ingreso monetario para cubrir las necesidades de la familia”.
Detalla que una persona se encarga exclusivamente de controlar el ingreso de clientes y trabajadore, que usen tababoca y rociar antibacterial en las manos. También se colocó una alfombra húmeda con hipoclorito a la entrada del establecimiento. Esos son gastos, pero es necesario por la salud de todos y para poder trabajar.
Igualmente, se evita la aglomeración de personas, aunque los clientes hacen el pedido y luego vienen a retirar sin que se genere mayor concentración de personas.
Nuestros servicios son de estampados, elaboramos diseños digitalizados, confecciones uniformes, franelas…
Actualmente, debido a la pandemia ha tenido mucha demanda los tapabocas. Asimismo, a propósito del Día del Padre ha aumentado la venta de franelas.
Infraestructura deteriorada
Antonio Calabrese dijo que el “gran problema del Pequeño Miami es la infraestructura. El techo y el piso están muy deteriorado y repararlos requiere una inversión enorme y no tienen las posibilidades económicas.
En tal sentido, necesitan el apoyo de la Alcaldía de Iribarren. No obstante, proponen “negociar el mercado con la municipalidad” y los adjudicatarios buscarían un financiamiento con la empresa.
Aura Rosa Castillo.
Fotos: cortesía Antonio Calabrese.