Tras cinco años de gestión privada, el mazazo de la covid-19 ha devuelto a TAP al control del Estado portugués, que pasará a tener el 72,5 % del capital de la compañía e inyectará una ayuda de 1.200 millones de euros para reflotar la aerolínea de bandera del país.
Un acuerdo de última hora con los accionistas privados evitó su nacionalización, pero aun así la compañía volverá a estar bajo control público cinco años después de su polémica privatización, aunque mantendrá en su capital la presencia privada: un 22,5 % sigue en manos del empresario luso Humberto Pedrosa y un 5 % de los trabajadores.
El gobierno invertirá 55 millones de euros para aumentar su participación en el capital de TAP del 50% al 72,5%, anunció en rueda de prensa el ministro de Finanzas, Joao Leao, citado por la televisión TSF en su página web.
El próximo paso será un plan de reestructuración para hacer viable la aerolínea que el Gobierno del socialista António Costa insiste en calificar como «estratégica».